7 de junio de 2013

¿CHINA O ESTADOS UNIDOS?



     Recientemente tuvimos la visita del Presidente Obama de Estados Unidos y la del Presidente de China y Secretario General del Partido Comunista Chino Xi Jinping. Los líderes de las dos principales potencias del mundo, de visita en nuestro país.  El despliegue de seguridad de Obama, enorme como siempre,  fue noticia por su exceso mientras que el de Xi Jinping fue discreto. En estos detalles se pueden observar las dos actitudes contrastantes: desconfianza y prepotencia por parte de Estados Unidos y acercamiento y calidez por parte de China. En el sexenio pasado la relación con Estados Unidos llegó a ser muy estrecha y con China estuvo bastante deteriorada. Ahora el presidente Peña Nieto invierte los papeles: enfría la relación con E.U.  y se acerca a China.

      Y hay buenas razones para hacerlo. China es la segunda economía más grande del mundo sólo después de Estados Unidos, el cuarto país más grande en extensión territorial  y el más poblado del mundo con 1,349 millones de habitantes.

      A raíz del auge de la economía China impulsada por la gran visión de Deng Xiaoping y con la ayuda del férreo control político que ejerce el Partido Comunista  Chino sobre su  pueblo, este país  ha logrado un crecimiento anual del PIB en promedio de 9.7% anual en los últimos 32 años. Su economía creció apoyada en exportaciones de  productos baratos debido a una abundante fuerza de trabajo en condiciones laborales precarias. Ahora ya son más los productos chinos que compiten no sólo en base a precios bajos sino que incorporan alta tecnología. Esto ha logrado incrementar  los salarios de sus trabajadores que ya aportan no solo mano de obra sino capital intelectual a sus productos. Este modelo de desarrollo lo siguieron antes con éxito Taiwán, Hong Kong, Japón y Corea entre otros.

     China ha competido ferozmente con nuestros productos por años y ha desplazado a muchos de ellos. Aguascalientes sufrió la desaparición de la industria textil local por las importaciones chinas y la falta de competitividad para exportarlos y hace poco se debatía si se debía permitir la instalación del desarrollo comercial  Dragon Mart en Cancún por el riesgo de que nos pudieran invadir de  productos chinos. El interés de  China por México tiene varias aristas: nuestro país como proveedor  de materias primas especialmente petróleo; como mercado, siendo  el segundo más importante de Latinoamérica y como competidor por el  mercado de Estados Unidos. En los tres aspectos hay riesgos para México: depender de las compras chinas de materias primas ha causado problemas en América del Sur; ya hemos visto los estragos que los productos baratos de ese país han ocasionado en el mercado nacional; y finalmente como han desplazado a los nuestros en el mercado americano.

      Otra razón del reciente interés de China por nuestro país podría ser el  crear  una relación especial con México por su vecindad con E.U..  Así como Estados Unidos choca con China al apoyar la independencia de Taiwán y las aspiraciones independentistas  del Tíbet, a China  le podría ser benéfico  poner un pie en nuestro país para  generar contrapesos  geopolíticos en esta zona del mundo.

       Para  México es buena idea el intentar  diversificar  mercados como en su momento lo intentó  el presidente Salinas de Gortari, quien inicialmente  trató de cultivar una relación más fuerte con los países europeos. (Ya antes el presidente Echeverría había optado también por fortalecer los nexos con los países del tercer mundo). Pero el presidente Salinas vio que Europa estaba enfrascada con el arranque de la Unión Europea. Ante esto,  optó por impulsar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) que ha sido el mayor logro en la historia del comercio internacional  de nuestro país.

     Difícilmente dejaremos de competir en los mercados mundiales con los productos chinos y va a ser muy complicado entrar al mercado de aquél país. Si acaso una relación más cercana con China podría servir para corregir un poco el gran  déficit comercial que tenemos con ellos y atraer algo de inversión. Sin embargo en el largo plazo la geografía acabará por imponerse. Aunque por lo pronto Estados Unidos siga teniendo como prioridad los añejos problemas bilaterales como el  tráfico de drogas, la migración ilegal y la inseguridad  y que no exista  mayor interés de su parte por nuestro país o por Latinoamérica,  la relación con China nunca podrá tener la relevancia que tienen las relaciones con nuestro vecino del norte. La lejanía, cultura e idioma siempre hará difícil la relación con China.

     Mejor sería  llevar la relación con Estados Unidos un paso más allá del TLCAN. Una unión a la europea con el libre flujo de personas y mercancías y quizá una moneda común sería el siguiente gran paso  para nuestro país y con ello  mejorar el nivel de vida de todos los mexicanos. Desde luego que en Estados Unidos hay mucha oposición a ello, como lo hubo para la aprobación del TLCAN, por razones raciales, religiosas, pasando por  la oposición de los sindicatos, entre otros obstáculos. Lo mismo ocurre en México. Pero vencer estas dificultades  hará que en el largo plazo una Unión para Norteamérica le reditúe mucho más a nuestro país que una estrecha relación con China.


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