8 de enero de 2013

LA CÉDULA DE IDENTIDAD





      El proyecto para la emisión de una cédula de identidad ciudadana data por lo menos de 1974 cuando se reformó la Ley General de Población. Tiene sus antecedentes en diversos documentos de identidad que han existido en  muchas naciones a lo largo de los siglos. La cédula de identidad es un documento muy necesario en la actualidad. En bancos, aeropuertos, en transacciones de todo tipo, oficiales o comerciales,  se solicita frecuentemente  alguna identificación para asegurarse que la persona que está realizando la transacción sea verdaderamente la titular de la personalidad que ostenta. Ante esta necesidad y la falta de una cédula de identidad, diversos documentos tratan de llenar este vacío. Tenemos por ejemplo al pasaporte, a la cédula profesional, a la licencia de manejo y la más socorrida que es la credencial para votar emitida por el Instituto Federal Electoral (IFE). Pero ninguno de estos documentos tiene como propósito expreso el identificar a las personas de manera universal. Son identificaciones con propósitos específicos: para salir del país, para manejar, para ejercer una profesión o para votar. En los últimos 38 años ha habido diversos intentos para emitir dicha cédula y no fue hasta 2011 que la Secretaría de Gobernación (SEGOB), quien es la responsable de la emisión de esta cédula de identidad,  inició en forma esta emisión.

      El proyecto  estaba listo para iniciarse en 2010 y contaba con  metas muy ambiciosas. Sin embargo su arranque se detuvo debido a la oposición de diversos partidos políticos y la preocupación del IFE de que fuera a desplazar a su credencial para votar como documento de identificación. El proyecto entonces se acotó para credencializar a los menores de 18 años que al no tener edad para votar carecen de credencial del IFE y en general carecen de una identificación oficial universal.

      Existen diversas opiniones acerca de la necesidad de contar con una identificación universal segura y confiable como la cédula que emite SEGOB. En su favor podemos mencionar  los siguientes argumentos:

1. No existe un documento universal de identificación que permita acreditar fehacientemente la personalidad de los mexicanos.

2. La usurpación de la identidad, que hoy en día es muy fácil de realizar, origina fraudes de todo tipo y causa otro tipo de  daños a las personas.

3. La delincuencia se aprovecha de la facilidad para tener diversas identidades con lo que resulta más difícil capturarlos y procesarlos.

4. Las dependencias federales con atención al público tales como IMSS o ISSSTE emiten credenciales para sus derechohabientes y todo el gobierno para sus empleados, lo cual  multiplica el número de credenciales que cada persona debe portar para tener acceso a servicios o a su lugar de trabajo.

5. Los menores de 18 años no cuentan con documentos de identificación lo que los hace vulnerables a secuestro, tráfico de menores y otros delitos.

6. La localización de delincuentes mediante la consulta a la base de datos de esta cédula podría facilitar su captura.

7. Ayudaría a facilitar el cobro de apoyos sociales que otorga el gobierno y evitar la corrupción en el reparto de dichos apoyos al asegurarse que sólo los beneficiarios genuinos los reciben.

Los argumentos en contra podrían ser:

1.    La información contenida en la base de datos de la cédula contiene datos personales cuya divulgación podría poner en riesgo la seguridad de las personas. Por cierto, nunca se cuestiona en manos de quien están y que tan seguras son las bases de datos de las credenciales  que usamos hoy en día.

2.    El gobierno podría  usar esa información con fines de persecución política.

3.    La credencial del IFE, que ya existe y es ampliamente aceptada, debería ser el documento de identidad y no sacar uno nuevo.

4.    Representa una invasión a la privacidad de las personas al tomar registros biométricos.

5.    Las nuevas tecnologías van a hacer innecesaria una credencial. Por ejemplo hoy ya hay bancos que en lugar de identificación piden simplemente que se registren las huellas digitales de las personas y cada vez que se realiza una transacción en ventanilla sólo piden la huella digital.  En el futuro en lugar de credencial podría existir un chip, una RFID (Identificación con transmisión de radiofrecuencia), o un registro biométrico tal como las huellas digitales o el iris del ojo.


       Sin dejar de considerar los argumentos en contra,  la urgencia de contar con la  cédula de identidad se puede ejemplificar con el dato  que dio la ONG  “Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho”  del número de muertos sin identificar a raíz de los enfrentamientos entre delincuentes  en los últimos 5 años y que ascendió a alrededor de 10,000 personas. La carencia  de identificación hace mucho más difícil rastrear a delincuentes e identificar a  víctimas inocentes. Es por ello que en el 2008 uno de los acuerdos tomados en la firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad, Justicia y la Legalidad fue que se emitiera la cédula de identidad de los mexicanos. Ahora, dado  el retraso en el proyecto, urge que se emita esta cédula y que lo haga de preferencia una instancia del gobierno federal. Esperamos que la nueva administración  lleve adelante este proyecto que podría  mejorar la seguridad de la población y otorgar otros beneficios.



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